Bibelots

 

 


Mit der Handauflegung der Dauer

schließt sich die Wunde,

welche mir erst bewußt wird,

indem sie sich schließt.

Peter Handke

 

Algunos tenemos debilidad por las cosas de segunda mano. Nos invade la nostalgia por aquellos objetos que nos transportan a nuestro pasado. Teléfonos, máquinas de escribir, bolsos y juguetes narran cómo ha sido nuestra vida. Hay objetos que nos remiten a los juegos de la infancia, a nuestro primer viaje, a la primera persona que amamos y a quienes ya no están con nosotros.

Las ventas de garaje son producto del consumo y la acumulación de objetos. Sus orígenes se remontan los bazares de caridad del siglo XIX, donde se recaudaba dinero para los más necesitados. Tiempo después, la gente se dio cuenta de que podía ganar plata gracias a sus desechos y la venta de artículos usados se convirtió en una práctica socialmente aceptada.

En el siglo XX, vender y comprar cosas de segunda mano ayudó a muchos a sobrevivir al desempleo y las crisis económicas.  Durante los años cincuenta y sesenta, las llamadas yard sales se hicieron populares en los Estados Unidos, gracias a que la clase media podía adquirir muebles y remodelar sus casas. Actualmente, debido a la falta de oportunidades y a la precarización laboral, la venta de objetos usados se ha convertido en una forma de sustento para muchas familias.

Las ventas de garaje sacian nuestras necesidades consumistas y nos permiten ser dueños de algo.  Resulta bastante curioso cómo lo que a unos les sobra, para otros es un tesoro invaluable. Cuando miro todos esos objetos ajenos, pienso en su origen y en quiénes fueron sus propietarios. Los objetos cuentan historias. Los objetos también son nuestra memoria. Algunos se resisten a irse y buscamos cualquier pretexto para conservarlos.

Pienso en las cosas que he acumulado al paso de los años. Las imagino parecidas a una masa ondulosa o a un pantano de objetos inútiles. Todas ellas habitan en un remolino y pierden su edad. Veo mis recuerdos como una cadena de instantes. Viene a mi mente la palabra bibelot, que en francés significa baratija o pequeño objeto decorativo. De bibelot se deriva bibeloteur, que se refiere a la persona el que colecciona pequeños objetos. También existe bibelotage, que quiere decir la manía de coleccionar objetos curiosos y sin importancia.

Mi memoria es una caja de bibelots. El tiempo se contrae y se expande en cada objeto que conservo. Tal vez nuestros objetos son la durée. Todos ellos habitan el tiempo de la memoria.

Comentarios

  1. Un ensayo hermoso sobre esta parte de nuestra vida de la que pocas veces nos hacemos conscientes: nuestros objetos.

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