Feliz no cumpleaños




Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho
Ángel González 

Los cumpleaños revelan mucho de nuestro ego. Tienen la apariencia de ser una fecha única y especial; sin embargo, son un día más en el calendario. La pandemia cambió la dinámica de las celebraciones. Ahora sabemos que el virus circula en el aire y se propaga en espacios cerrados. Se ha vuelto bastante común festejar frente a una pantalla fragmentada y organizar fiestas virtuales.

Hace poco celebré mi cumpleaños. Nunca he estado acostumbrada a las grandes reuniones ni a los pasteles temáticos, aunque admito que esta vez fue muy particular. Supe que tenía que permanecer en casa y que no tendría la obligación de aparentar una felicidad radiante. No fue necesario pensar en la mejor ropa o en un buen maquillaje. Tampoco tuve que fingir mi sorpresa frente a las visitas inesperadas. Sólo quise estar en compañía de mi madre y mi mejor amigo. No puede abrazar a mis amigas, pero sé que estuvieron presentes.

Festejar en cuarentena no fue tan malo como pensaba. En esta ocasión, logré disfrutar de mi cumpleaños. Tal vez porque la pandemia agotó mis expectativas y muchos planes se vinieron abajo. Creía que en agosto estaría de vuelta en el trabajo y que las actividades serían las mismas de antes. Nada fue así. Mis deseos eran poco realistas, pues nuestras rutinas han cambiado y el golpe de realidad ha sido muy doloroso.

Aprender a vivir sin expectativas, quizá sea la mejor manera de sobrellevar el encierro. Podemos ser más libres si dejamos de esperar tanto de las personas y de las circunstancias. Olvidamos que un virus ha puesto de cabeza al mundo y que no tenemos nada garantizado. 

A fin de cuentas, un cumpleaños es sólo otra vuelta al sol. 


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